El Parque Natural dels Aiguamolls de l’Empordà merece no una sino varias visitas en distintas épocas del año. En estas fechas y entre semana, son una magnífica excusa para acercarse a esta comarca fuera de las aglomeraciones del verano.
Este es el relato de una tranquila excursión a mediados de febrero con nuestra nueva furgo.
Como introducción a la zona visitada permitidme que copie este párrafo de la web del parque dentro del portal de la Generalitat de Catalunya: www.gencat.cat/parcs/aiguamolls_emporda/es/
"El Parque Natural de Els Aiguamolls de l'Empordà es una de las zonas naturales más conocidas y emblemáticas de Cataluña, puesto que su creación, en 1983, fue consecuencia de una campaña larga e intensa, iniciada en 1976, para detener un proyecto de urbanización que pretendía construir una marina residencial para 60.000 personas en el sistema lagunar situado entre las desembocaduras de los ríos Muga y Fluvià.
Las marismas de L'Empordà ocupaban en el pasado casi todo el llano de la bahía de Roses y del Bajo Ter. Para hacernos una idea, el macizo del Montgrí se encontraba aislado por las aguas, y los griegos fundaron Empúries sobre una isla entre las antiguas desembocaduras de los ríos Fluvià y Ter.
Aquella extensa área de marismas fue desapareciendo a causa de la desecación para aprovechamientos agrícolas y ganaderos, para evitar el paludismo y, a partir de los años sesenta, a causa de la especulación urbanística.
Si en 1976 no se hubiera iniciado la campaña de defensa, actualmente no quedaría ningún vestigio de este humedal."
Los caminos y senderos son sumamente fáciles y agradables, aptos para todo tipo de caminantes, sillas de ruedas y cochecitos de bebé. Los perros son bienvenidos y lo único que se solicita es que vayan atados. Las bicicletas no están permitidas en este itinerario, los hay más adecuados. Unos carteles advierten de la necesidad de andar en silencio, lo cual se agradece. Enseguida encontramos abundantes y pobladas colonias de cigüeñas (hay un nido en el mismo parking -El Cortalet-) que nos dan la bienvenida con el tableteo producido por sus largos picos. A lo largo de la ruta encontraremos numerosos refugios desde los cuales, discretamente, podremos observar a las aves desde muy cerca y fotografiarlas a placer por poca paciencia y equipo que llevemos.
Yo tuve la desgracia de que se me estropero la reflex Olympus que siempre llevo y perdí todas las fotos, solo tengo las que hice con el movil.
Los refugios son casetas techadas con aberturas a modo de troneras desde las que podemos sacar nuestros prismáticos y teleobjetivos. Hay bancos e incluso una zona preparada para usuarios de silla de ruedas. Algunos están al ras de las marismas y otros están elevados, pero todos están en puntos estratégicos.
Los caminos y senderos son sumamente fáciles y agradables, aptos para todo tipo de caminantes, sillas de ruedas y cochecitos de bebé. Los perros son bienvenidos y lo único que se solicita es que vayan atados. Las bicicletas no están permitidas en este itinerario, los hay más adecuados. Unos carteles advierten de la necesidad de andar en silencio, lo cual se agradece. Enseguida encontramos abundantes y pobladas colonias de cigüeñas (hay un nido en el mismo parking -El Cortalet-) que nos dan la bienvenida con el tableteo producido por sus largos picos. A lo largo de la ruta encontraremos numerosos refugios desde los cuales, discretamente, podremos observar a las aves desde muy cerca y fotografiarlas a placer por poca paciencia y equipo que llevemos.
Yo tuve la desgracia de que se me estropero la reflex Olympus que siempre llevo y perdí todas las fotos, solo tengo las que hice con el movil.
Los refugios son casetas techadas con aberturas a modo de troneras desde las que podemos sacar nuestros prismáticos y teleobjetivos. Hay bancos e incluso una zona preparada para usuarios de silla de ruedas. Algunos están al ras de las marismas y otros están elevados, pero todos están en puntos estratégicos.
No hace muchos años toda la zona era una explotación arrocera, y aún se levantan unos altos y peculiares silos donde se secaba y guardaba el arroz. Su estampa era tan característica de la zona que cuando fué convertida en parque natural se decidió conservarlos y unos de ellos fue convertido en observatorio. Desde lo alto del mismo se divisa una extensa panorámica, desde el lejano macizo del Montseny hasta el cercano Mediterraneo. Se trata del Observatorio Senillosa.
En este punto empieza el itinerario nº 2 que ha de llevarnos hasta la playa caminando 2,3 km. Disfrutamos del paseo.
En la playa encontramos otra torre de observación y las típicas formaciones dunares muy protegidas. Es zona de nidificación y ojo porque permanece cerrada de abril a julio. Desde allí podemos regresar a El Cortalet siguiendo el itinerario de la playa y que rodea toda la zona de marismas. Son otros 8,2 km
Llegamos a la furgo, cansados, sobre todo Baluc (los años pesan y estar pendiente de tanto pato agota....) pero muy satisfechos.